Plagas y falta de lluvias pegan a la producción de maíz forrajero, que sirve como alimento para el ganado.
Lanzan S.O.S. productores de leche de La Laguna; baja producción del lácteo a causa de la sequía
En La Laguna existen 380 establos debidamente tecnificados, para la producción de leche. FOTO: VANGUARDIA

La intensa sequía y la falta de lluvias que azotan a la Comarca Lagunera han provocado una disminución significativa en la superficie sembrada de maíz forrajero y en la producción de leche de bovino, según informó Baudilio Rodríguez Abusaid, presidente de la Asociación de Productores Rurales de la región.

Rodríguez Abusaid destacó que las condiciones climáticas adversas y la presencia de plagas han hecho “imposible” continuar con la siembra de maíz forrajero. Ante esta situación, subrayó la necesidad de establecer un diálogo con las autoridades del sector agropecuario para buscar soluciones efectivas.

“Es una realidad que hasta el momento no ha llovido. Las temperaturas han superado los 42 grados centígrados durante más de 50 días. La sequía está muy dura. Ojalá se tomen las medidas pertinentes y se organice una mesa de trabajo con la Secretaría de Desarrollo Rural en Coahuila para abordar este tema”, indicó Rodríguez Abusaid.

Aunque se realizó una reunión en el primer trimestre del año, el presidente de la Asociación de Productores Rurales insistió en que los pronósticos indican que la sequía prevalecerá ante la ausencia de lluvias. Por ello, enfatizó la necesidad de desarrollar una estrategia conjunta entre productores y autoridades para mitigar los efectos de la sequía.

En cuanto a otros cultivos, Rodríguez Abusaid mencionó que el sorgo y el algodón están mostrando un buen comportamiento. Sin embargo, lamentó que el maíz forrajero no puede resistir las altas temperaturas de la región, exacerbadas por plagas como la araña roja. Las semillas de maíz, sean híbridas o convencionales, no soportan las temperaturas extremas de 40 a 41 grados centígrados.

La producción de leche también ha sufrido un descenso debido al calor. “Generalmente en estas fechas tenemos menos vacas dando leche. Las vacas que se preñaron en invierno comienzan a secarse. Una vaca puede pesar entre 600 y 800 kilogramos, lo que la hace más susceptible al calor”, explicó Rodríguez Abusaid. El estrés calórico en el ganado ha disminuido la producción láctea regional, que ya había bajado previamente.

Este comportamiento es cíclico, y aunque el calor está afectando actualmente, se espera que la producción se normalice en octubre y noviembre. “Sí, hay estrés calórico, adicional a la disminución anual del 15 al 18 por ciento en estas fechas, se baja otro 5 por ciento debido al calor extremo”, afirmó el productor.

La actividad ganadera en los 19 municipios de la Comarca Lagunera es crucial para la industria láctea del País. Con más de 380 establos tecnificados y una producción diaria aproximada de 10 millones de litros de leche, La Laguna aportó en el primer trimestre de 2019 el 21 por ciento de la producción nacional, con un estimado de 606 millones 213 mil litros, según cifras del SIAP (Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera).

El estrés calórico es una combinación de factores metabólicos y ambientales que afectan al ganado, impidiendo la disipación del calor metabólico y elevando la temperatura corporal. Este fenómeno, uno de los principales estresores para el ganado, disminuye la producción de leche, afecta su calidad, reduce la ganancia de peso y la tasa de concepción, y debilita el sistema inmune.

Los bovinos, especialmente el ganado lechero, son particularmente sensibles al estrés calórico debido a su alta tasa metabólica y su limitada capacidad para retener agua a nivel renal y digestivo.

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