La ciencia explica la adicción al queso: la caseína se convierte en casomorfina, un "opiáceo" que activa el placer cerebral. Opciones de quesos bajos.
La Ciencia de la Adicción al Queso
Científicos de la Universidad de Michigan comprobaron que los efectos químicos del queso en la digestión pueden ser similares a cualquier droga/ Shutterstock

Descubren que la casomorfina, un péptido derivado de la caseína, activa centros de placer similares a los de las drogas en el cerebro.

Investigaciones científicas, incluyendo estudios de la Universidad de Michigan, han puesto bajo la lupa un fenómeno popularmente reconocido: la atracción casi adictiva que ejerce el queso sobre muchos consumidores. El consenso emergente en la ciencia de los alimentos es que esta sensación de placer intenso y los subsiguientes patrones de consumo compulsivo no son solo una cuestión de sabor. Existe un mecanismo químico que, al ser desencadenado por el consumo de queso, produce efectos en el cerebro análogos, aunque en menor medida, a los causados por ciertas sustancias adictivas.

El componente clave detrás de este efecto es la caseína, la principal proteína de la leche, cuya concentración aumenta drásticamente durante el proceso de elaboración del queso. Al ser digerida en el estómago, la caseína se descompone en péptidos llamados casomorfinas. El término no es casual: estas sustancias son parientes bioquímicos de los opioides y actúan sobre los receptores de dopamina del cerebro, la “vía de la recompensa”. Para los industriales lácteos, entender este poderoso vínculo químico es fundamental para la divulgación y el marketing de productos.

El análisis de datos en el consumo de alimentos sugiere que los productos con altas concentraciones de caseína y a menudo combinados con grasas y carbohidratos refinados (como en la popular pizza), son los que generan las respuestas más rápidas y gratificantes. Esta sinergia de componentes maximiza el efecto de placer, lo que puede llevar a algunos individuos, particularmente aquellos con una predisposición genética, a desarrollar patrones de dependencia o de atracones difíciles de controlar, asemejándose a un trastorno de adicción alimentaria.

Para el sector lácteo internacional, este hallazgo subraya la necesidad de un enfoque equilibrado. Si bien el queso es un alimento con un alto valor nutricional (rico en proteínas, calcio y otros nutrientes), la moderación en el consumo es la clave. La recomendación de expertos pasa por promover un consumo consciente que se enfoque en el placer sin caer en la dependencia. La caseína no es inherentemente perjudicial, pero su concentración y la forma en que el cuerpo la procesa explican la poderosa conexión neuroquímica.

Finalmente, el estudio de la casomorfina ofrece alternativas para quienes buscan reducir su dependencia sin eliminar el lácteo. Ciertos quesos con menor concentración de caseína, como el requesón (cottage), la ricotta o el Brunost, que contienen un mayor porcentaje de proteínas del suero, se presentan como opciones para moderar este efecto de recompensa opiácea. Esto abre un nicho de mercado para la innovación en lácteos orientada a la salud y la moderación del consumo.

Fuente: Para más detalles sobre la ciencia detrás de este efecto, consulta la nota original en Animal Gourmet.

Si desea profundizar en la explicación científica de la casomorfina y la dopamina, puede ver el siguiente video: CHEESE ADDICTION – caseMORPHINS / DOPAMINE

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