Analizamos las 3 causas de la alta inflación alimentaria en México: inseguridad, logística y energía. Impacto en costos y precios de la agroindustria.
Inflación Crónica Los 3 Demonios del Precio
Aunque frutas y hortalizas mantienen una deflación del 4.86%, los márgenes entre productor y consumidor superan el 100%. La inflación alimentaria persiste por problemas estructurales, logísticos y sanitarios, señala el GCMA.

Inseguridad, fallas logísticas y el costo energético se consolidan como los motores que mantienen alta la inflación alimentaria en México.

La agroindustria mexicana y el consumo familiar enfrentan un desafío persistente: la alta inflación alimentaria, impulsada por una tríada de factores estructurales. Más allá de las fluctuaciones estacionales, la inseguridad pública, las fallas críticas en la logística y el elevado costo de la energía se han incrustado como fuerzas permanentes que impiden la estabilización de los precios de los alimentos en México. Para los analistas económicos del sector agropecuario, la solución no pasa solo por la política monetaria, sino por la resolución de estos problemas que elevan los costos operativos de manera sistémica.

El primer gran obstáculo es la inseguridad en el transporte de mercancías. El robo a transportistas es un factor que obliga a las empresas de alimentos, incluyendo a las industriales lácteas, a gastar sumas significativas en seguros, sistemas de vigilancia y medidas de bioseguridad. Estos costos de protección se transfieren inevitablemente al precio final del producto, impactando la cadena de suministro desde la materia prima (como la leche o los granos) hasta el alimento procesado en la góndola. La ganadería en particular sufre el impacto de la extorsión y el robo de activos.

En segundo lugar, la ineficiencia logística representa una barrera crítica. Las deficiencias en la infraestructura de transporte (carreteras, puertos, ferrocarriles) y los cuellos de botella en la distribución de alimentos incrementan los tiempos de traslado y los costos de handling. Este problema es especialmente grave para los productos perecederos, como la leche fluida y los productos frescos, donde un retraso en la cadena de frío se traduce en pérdidas económicas y mermas. La optimización de la cadena de suministro agropecuaria es vital para reducir la presión inflacionaria.

El tercer motor inflacionario es el costo de la energía eléctrica y los combustibles. La agroindustria, desde el riego en el campo hasta el procesamiento en planta (incluyendo la pasteurización y el enfriamiento de la leche), es una de las más grandes consumidoras de energía. Los precios elevados y, a menudo, volátiles de la electricidad y el diésel se incorporan directamente en la estructura de costos, afectando la rentabilidad del productor y el margen de la industria. La transición energética y el acceso a energía más barata y limpia son cruciales para desinflar este componente.

En conclusión, la estabilidad de precios en la canasta básica alimentaria de México depende de una estrategia multisectorial. Mientras la inseguridad, la logística deficiente y los altos costos energéticos no se aborden de manera estructural, la inflación seguirá afectando el poder adquisitivo y la competitividad del sector agroindustrial. La solución a largo plazo implica una inversión estratégica en infraestructura, seguridad pública y eficiencia energética.

Fuente: Para más detalles sobre el impacto de estos factores, consulta la nota original en Revista Espejo.

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