Los frentes fríos y el estrés por frío en zonas como el norte de Veracruz afectan negativamente el rendimiento lechero del ganado, obligando a los productores a ajustar su manejo nutricional.
El sector lechero internacional opera bajo la constante amenaza de la variabilidad climática, y un ejemplo claro es el impacto de los frentes fríos en la producción de leche cruda en regiones templadas como el norte de Veracruz, México. Contrario a la creencia popular de que el frío solo afecta a zonas desérticas, las vacas lecheras en climas tropicales y subtropicales no están adaptadas a los descensos bruscos de temperatura. Este estrés por frío genera una respuesta fisiológica que desvía energía de la producción láctea, resultando en una caída perceptible en el volumen de leche entregado por el ganado.
La disminución en el rendimiento durante los episodios de frío se debe a que la vaca necesita consumir y quemar más energía para mantener su temperatura corporal basal. Los productores observan cómo el animal moviliza recursos metabólicos que, en condiciones normales, se destinarían a la síntesis de leche, hacia la generación de calor interno. Este fenómeno es una señal de alerta para la ganadería de clima cálido, demostrando que la gestión ambiental y el confort animal son factores determinantes en la rentabilidad del tambo, incluso cuando la amenaza principal suele ser el estrés por calor.
Para mitigar este impacto económico y productivo, los ganaderos de la región deben implementar estrategias de manejo nutricional específicas. La clave está en ajustar la dieta del ganado para compensar el gasto energético adicional. Esto a menudo implica aumentar la densidad energética del alimento balanceado y asegurar la disponibilidad de forraje de alta calidad. Esta inversión adicional en nutrición especializada busca minimizar la pérdida de condición corporal de la vaca y mantener el nivel de producción láctea durante el periodo de bajas temperaturas.
El fenómeno de la baja productividad debido a los frentes fríos también tiene implicaciones en la sanidad animal. Las bajas temperaturas y la humedad pueden aumentar la incidencia de enfermedades respiratorias y otras dolencias que afectan el bienestar del rebaño y, por extensión, la calidad de la leche cruda. Por ello, una estrategia integral no solo se enfoca en la nutrición, sino también en proveer refugios adecuados y protección contra las inclemencias del tiempo, especialmente para el ganado joven y las vacas de alta producción.
En conclusión, la experiencia de los productores lecheros del norte de Veracruz es un caso de estudio climático que resalta la complejidad de la producción agropecuaria en un mundo cambiante. Los frentes fríos son un factor de riesgo para la sostenibilidad del sector, y la gestión de datos climáticos debe integrarse en las decisiones zootécnicas. Solo a través de un manejo adaptativo, con énfasis en el confort animal y la nutrición energética, se puede asegurar la estabilidad de la oferta láctea frente a las inclemencias inesperadas.
Fuente: Para más detalles sobre cómo los frentes fríos impactan la producción de leche en la ganadería, consulta el artículo de El Sol de Tampico.
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