7 quesos mexicanos artesanales que definen la industria láctea nacional: del Cotija al menonita, tradición con potencial exportador.
Quesos 100 Mexicanos que debes conocer

Del Cotija al Chihuahua menonita: tradición quesera regional con potencial comercial internacional.

México consolida su identidad como potencia quesera con una tradición artesanal que combina herencia cultural, técnicas regionales y productos diferenciados con alto valor agregado. Desde la Sierra de Jalmich hasta las comunidades menonitas de Chihuahua, el país produce quesos que rivalizan en calidad con variedades europeas, ofreciendo perfiles de sabor únicos que reflejan microclimas y prácticas transmitidas por generaciones. La diversidad quesera mexicana representa una oportunidad comercial para industriales y procesadores lácteos que buscan productos con denominación de origen y narrativa cultural.

El Queso Cotija, conocido como el parmesano mexicano, lidera la lista con su perfil salado intenso y textura dura ideal para rallado. Elaborado tradicionalmente con leche cruda de vaca en la región entre Michoacán y Jalisco, este queso madurado por varios meses ha ganado reconocimiento internacional como ingrediente premium. Su producción artesanal controlada le confiere características organolépticas distintivas que lo posicionan como producto de exportación con alto valor en mercados gourmet. Para la industria láctea, representa un benchmark en quesos de pasta prensada con identidad territorial.

El Queso Chihuahua menonita ejemplifica la innovación láctea mediante transferencia tecnológica. Introducido por comunidades menonitas a principios del siglo XX, este queso semiduro con excelente capacidad de fundido ha convertido a Chihuahua en uno de los principales estados productores de México. Su sabor ligeramente ácido y versatilidad funcional para gratinados lo hacen competitivo frente a quesos procesados industriales, demostrando que la producción artesanal escalable puede satisfacer demandas de volumen sin sacrificar calidad sensorial.

Las variedades frescas como el Queso Oaxaca (quesillo) y el Panela dominan el consumo masivo nacional. El Oaxaca, con su característica textura hilada y hebras elásticas, mantiene técnicas manuales de producción que generan valor diferencial en segmentos premium. El Panela, por su parte, representa el queso fresco más consumido del país con aplicaciones tanto tradicionales como en tendencias health-conscious por su perfil nutricional ligero. Ambos productos ofrecen oportunidades para procesadores que buscan diversificar portafolios con quesos frescos de corta maduración.

Variedades como el Queso de Bola de Ocosingo en Chiapas o el Ranchero de diversas regiones rurales demuestran que México posee un mapa quesero subexplotado comercialmente. Estos productos artesanales, poco conocidos fuera de sus regiones de origen, representan activos valiosos para estrategias de marketing territorial y turismo gastronómico. Para la industria láctea internacional, explorar estas denominaciones regionales mexicanas significa acceder a productos auténticos con trazabilidad, historia y potencial de diferenciación en mercados saturados de commodities lácteos estandarizados.

Fuente: Información desarrollada a partir del reportaje publicado en NetNoticias.mx

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