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El Programa de Abasto Social de Leche ha crecido más de un 80 por ciento en Quintana Roo.
El Programa de Abasto Social de Leche (PASL) del gobierno de la 4T, operado por Liconsa en Quintana Roo, ha registrado avances notables tanto en cobertura como en el impacto nutricional entre la población más vulnerable. Sin embargo, el camino no ha estado exento de tropiezos, principalmente en la distribución irregular y comercialización indebida del producto, lo cual las autoridades ya han comenzado a atender con acciones concretas.
Desde 2018, el programa ha crecido más de un 80 por ciento en el estado, al pasar de 96 a 174 puntos de venta activos. Este aumento ha permitido elevar también el número de beneficiarios, que hoy supera los 41 mil ciudadanos registrados en los 11 municipios del estado, frente a los 32 mil que había al cierre del sexenio pasado.
En 2023, se sumaron 15 nuevos centros de distribución: 10 en Felipe Carrillo Puerto, 4 en Othón P. Blanco y 1 en Benito Juárez, beneficiando de forma directa a más de 1,100 personas en zonas marginadas, con la entrega mensual de más de 17 mil litros de leche fortificada.
La leche, enriquecida con hierro, calcio, zinc y vitaminas esenciales, está diseñada para atender deficiencias nutricionales comunes en niñas, niños, adolescentes, mujeres embarazadas o lactando, adultos mayores y personas con discapacidad.
Luis Santiago Tenorio Cardona, delegado estatal de Liconsa, se comprometió a investigar y sancionar a quienes se desvíen del reglamento. Además, advirtió sobre la práctica de algunos beneficiarios que, para obtener un ingreso extra, revenden parte de su dotación semanal. Aunque estos casos ya no son tan frecuentes como antes, siguen ocurriendo en menor escala, señaló.
“Quien revenda leche o abuse del sistema, ya sea beneficiario o encargado del punto de venta, se arriesga a perder el apoyo o la concesión”, enfatizó el delegado. Según dijo, se ha logrado frenar gran parte del acaparamiento que se daba en tiendas y ventas clandestinas a través de redes sociales, gracias a nuevas estrategias de monitoreo y control, entre ellas visitas periódicas a los puntos de distribución y entrega directa del producto a los inscritos.
Como parte de la expansión del PASL, también se prevé la instalación de un centro de acopio en la comunidad de Nicolás Bravo, en Othón P. Blanco, lo que permitirá reforzar la cadena de suministro y respaldar a los pequeños productores locales.
En resumen, el PASL en Quintana Roo no sólo se ha convertido en una herramienta clave para la nutrición de los sectores más desprotegidos, sino también en un programa en constante vigilancia y ajuste, buscando garantizar que la ayuda llegue a quien realmente la necesita y se maneje con transparencia. Cuando se trata de alimentar a quienes menos tienen, cualquier desviación del camino cuesta mucho más que unos cuantos pesos.
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