En México, la variante más conocida es la “cajeta”, elaborada tradicionalmente con leche de cabra, lo que le otorga un sabor distintivo y más intenso. Este producto no solo se consume como postre, sino que ha sido exportado como parte del patrimonio culinario nacional. Incluso ha sido declarado “Patrimonio Cultural de Guanajuato”, región clave en su producción.

Las diferencias entre estas versiones no solo radican en el tipo de leche utilizada (vaca o cabra), sino también en el tiempo de cocción, la proporción de azúcar y los agregados como vainilla o bicarbonato. Aunque parecidos en esencia, estos detalles hacen que el consumidor latinoamericano tenga fuertes preferencias según su lugar de origen.

Más allá de las recetas, el dulce de leche ha trascendido el plato para convertirse en un símbolo de pertenencia. Desde alfajores rellenos hasta tortas caseras o helados artesanales, este producto lácteo es parte fundamental de la cultura alimentaria en muchos países del continente. En algunos casos, su exportación ha crecido, y se lo posiciona como producto gourmet en mercados internacionales.