El principal motor detrás de esta presión a la baja es el repunte esperado en la producción de leche cruda tras varios periodos de estancamiento o ligera contracción. La mejora en los márgenes de rentabilidad observada en 2024 y 2025, junto con la normalización de las condiciones climáticas en algunas regiones, incentivaría a los productores lecheros a incrementar el volumen de sus hatos. Para los analistas, esta reactivación productiva, si bien es positiva para el suministro, podría desestabilizar el equilibrio que se había logrado en el mercado.

A pesar del aumento en la oferta, el informe de Rabobank también matiza la dinámica de la demanda. Si bien se espera que la demanda global continúe su tendencia de crecimiento a largo plazo, impulsada por Asia y otras regiones emergentes, el ritmo de consumo podría no ser lo suficientemente fuerte como para absorber completamente el volumen adicional de producción que se proyecta. Esta brecha entre la oferta y la demanda es el principal factor de riesgo para la estabilidad de los precios en el mediano plazo.

Para los productores lecheros de América Latina y otras regiones exportadoras, este pronóstico subraya la urgencia de optimizar la eficiencia operativa. En un escenario de precios deprimidos, la capacidad de reducir los costos unitarios de producción y de mejorar la productividad por vaca será determinante para mantener la rentabilidad. La inversión en tecnología y una gestión financiera prudente son cruciales para capear la volatilidad que se avecina en el mercado de commodities lácteos.