La obtención de este sello no ha sido un proceso fortuito, sino el resultado de años de transformación en sus políticas de gobernanza y suministro. Al certificar todas sus entidades globales, Danone garantiza que sus procesos —desde la recolección de leche cruda hasta la distribución de yogures y fórmulas infantiles— cumplen con estándares rigurosos de transparencia y desempeño ambiental. Para los analistas del sector, este paso eleva la vara para otros competidores globales, forzando a la industria a repensar su huella de carbono y la ética en su relación con los productores primarios.

Desde el enfoque del periodismo de datos y la economía láctea, la certificación B Corp funciona como un catalizador de inversiones ESG (Ambiental, Social y Gobernanza). Los mercados financieros valoran cada vez más a las empresas que mitigan riesgos climáticos y sociales en sus cadenas de valor. Para Danone, ser una Empresa B significa asegurar que su suministro lácteo sea resiliente, fomentando prácticas de agricultura regenerativa que protejan la salud del suelo y la biodiversidad, factores críticos para la viabilidad de la producción de leche en las próximas décadas.

El impacto de esta certificación se siente con especial fuerza en la industria láctea mexicana y latinoamericana, donde Danone tiene una presencia consolidada. Este liderazgo impulsa la adopción de normativas más estrictas en el manejo de residuos, el ahorro de agua y la reducción de emisiones de metano en los tambos. El objetivo es claro: demostrar que es posible ser una potencia comercial mientras se opera bajo un marco de responsabilidad corporativa integral, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.