A diferencia de los yogures de sabores, que suelen contener edulcorantes, colorantes y cantidades mínimas de fruta, el yogur natural no tiene ingredientes innecesarios que puedan restar valor a su calidad nutricional. Además, evita el exceso de azúcares, común en los yogures con fibra o aquellos promocionados como “saludables”. Esto lo posiciona como una opción más adecuada para quienes buscan un alimento puro y beneficioso para su salud.
El yogur natural es más fácil de digerir que la leche y tiene un efecto probiótico que favorece la salud intestinal. Según el Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición, su consumo regular puede reducir el riesgo de síndrome metabólico, proteger contra el sobrepeso y disminuir el riesgo de diabetes tipo 2. Además, ayuda a mantener una microbiota intestinal saludable, fortaleciendo el sistema digestivo y estimulando el sistema inmunológico.
La clave para seleccionar un buen yogurestá en revisar la lista de ingredientes y la tabla nutricional. Un yogur verdaderamente saludable no debe tener más de tres ingredientes: leche, fermentos lácticos y, opcionalmente, leche en polvo o nata. Es fundamental que no contenga azúcares añadidos ni formas ocultas de azúcar, como melaza, concentrados de fruta o jarabes de fructosa.