El dirigente ganadero enfatizó que producir un litro de leche natural implica inversiones elevadas en alimentación, sanidad animal, manejo de hatos y cumplimiento de normativas sanitarias, costos que productos sintéticos o reconstituidos evitan al utilizar ingredientes como aceites vegetales, proteínas lácteas importadas, estabilizantes y saborizantes. La disparidad de precios resultante es dramática: mientras un kilogramo de queso natural alcanza 100 pesos reflejando costos de leche cruda, procesamiento artesanal y maduración, el queso sintético se comercializa a 40 pesos utilizando grasas vegetales hidrogenadas y proteínas caseínicas en lugar de leche entera. Para consumidores sensibles al precio, esta diferencia de 60% resulta determinante en decisiones de compra cuando ambos productos comparten denominación genérica sin diferenciación visible.

Sáinz Aispuro aclaró que la demanda del sector no busca prohibir fórmulas lácteas o sustitutos, sino establecer condiciones equitativas mediante etiquetado transparente, clasificación regulatoria estricta y comunicación clara de composición. El problema no radica en la existencia de productos alternativos —que cumplen función alimentaria en segmentos de mercado específicos— sino en la venta engañosa donde consumidores creen adquirir lácteos auténticos cuando en realidad compran bebidas vegetales, quesos análogos o cremas reconstituidas. Esta falta de transparencia viola derechos del consumidor a información veraz y genera competencia desleal contra productores que invierten en calidad, trazabilidad y certificaciones sanitarias.

La crisis se intensificó durante 2025, año marcado por sequía severa en Sinaloa que incrementó dramáticamente costos de forrajes y concentrados para alimentación del ganado lechero. La combinación de sequía climática —que redujo disponibilidad de alfalfa, maíz forrajero y pastos— con competencia de productos sustitutos de bajo precio, generó ecuación económica insostenible donde muchos productores operan con márgenes negativos. Sáinz Aispuro subrayó que pese a estas adversidades, los ganaderos locales mantienen compromiso con producción de alimentos sanos, inocuos y de origen natural certificado, aunque la rentabilidad se haya deteriorado hasta niveles críticos que amenazan continuidad de unidades productivas familiares.