La rotación de cultivos, que implica alternar diferentes tipos de siembras en un mismo terreno a lo largo del tiempo, ofrece beneficios agronómicos irrefutables. Esta práctica ayuda a interrumpir los ciclos de plagas y enfermedades, reduce la dependencia de agroquímicos y, crucialmente, mejora la estructura y la fertilidad del suelo al incorporar materia orgánica y fijar nitrógeno atmosférico (especialmente con leguminosas). Este proceso de revitalización del suelo es un pilar para garantizar el suministro constante y de calidad de los alimentos para el ganado que sostiene la cadena de valor de Granjas Carroll.

Para el sector pecuario, el éxito de la rotación de cultivos es directamente proporcional a la eficiencia en la alimentación animal. La diversificación de las cosechas (como maíz, soya, alfalfa o sorgo) no solo asegura un abasto propio de forrajes, sino que también permite a la empresa formular dietas balanceadas y optimizadas para el ganado lechero y porcino. Este control sobre la calidad y el costo del alimento es un factor determinante para la rentabilidad y la competitividad en la agroindustria integrada.

Granjas Carroll, a través de su complejo Altosano, utiliza el periodismo de datos y el monitoreo constante para medir el impacto ambiental y productivo de sus estrategias de rotación. Los datos de rendimiento por hectárea y los parámetros de salud del suelo sirven para validar la eficacia de este modelo y para ajustar los planes de siembra año tras año. Esta gestión basada en evidencia es un ejemplo de cómo la tecnología agrícola y la ciencia del suelo se integran en la operación a gran escala.