Históricamente, la leche ha sido reconocida por su alto contenido de calcio y vitamina D, cruciales para la salud ósea y la prevención de enfermedades como la osteoporosis. Sin embargo, sus beneficios se extienden a un complejo perfil de nutrientes que incluye proteínas de alta calidad, vitaminas del grupo B y minerales como el fósforo y el potasio, todos ellos esenciales para el correcto funcionamiento del organismo y su capacidad de recuperación.

Además de su aporte nutricional, la investigación moderna sugiere que la leche posee componentes bioactivos, como péptidos y oligosacáridos, que pueden tener efectos positivos en el sistema inmunológico, la salud intestinal y hasta propiedades antiinflamatorias. Estos elementos, presentes naturalmente en la leche, contribuyen a su potencial como un alimento que no solo nutre, sino que también apoya las funciones curativas del cuerpo.

El conocimiento de estas propiedades curativas de la leche es de gran relevancia para los profesionales de la salud y para el público en general. Permite una apreciación más profunda de este alimento básico y fomenta su inclusión consciente en dietas equilibradas. Para los productores de leche y la industria láctea, esta información es vital para comunicar el valor intrínseco de la producción lechera más allá de las calorías.