Ángela Gómez Aiza, presidenta de SAP México, mencionó que la misión de la empresa ha evolucionado y reaccionando a los retos que se han dado debido a clientes que ya demandan productos y servicios que sean amigables con el medio ambiente, sobretodo los más jóvenes, que han nacido con la sostenibilidad en el corazón.

Con sus más de 10,000 clientes, muchos de ellos, sobre todo Pymes, ahora han tenido complicaciones para obtener financiamientos bancarios, porque ahora se ha agregado como un requerimiento, mientras que las más grandes han tenido que reaccionar a las nuevas regulaciones sobre el tema.

Gómez señaló que una encuesta que realizaron arrojó que 70% de los consumidores les gusta más comprarle a marcas que realmente tienen una estrategia clara de sostenibilidad, que a otras que no.

Andrés Albo Márquez, director de Compromiso Social de Citibanamex, dijo que en el terreno de las empresas sí es disparejo el tema de la ESG, y las circunstancias también influyen en la conducción para avanzar en el tema.

“Lo que yo les podría decir de la experiencia de Citibanamex es que necesitamos en las empresas una convicción de la dirección, de los líderes. Es muy difícil avanzar si no hay la plena consciencia de los líderes de la importancia del tema. Afortunadamente nosotros creo que hemos tenido tanto a nivel global como a nivel local”, indicó.

En el caso de Coca Cola, Patricio Caso, vicepresidente de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad de la empresa, comentó que la agenda ESG está en el corazón de las empresas. “Como las globales empezamos a tomar consciencia de esto hace algunos años, y hoy el gran reto es vivir eso”, agregó.

De acuerdo con la Global CEO Survey 2022, edición México, 64% de los directores generales encuestados considera que el cambio climático podría afectar la comercialización de sus productos y/o servicios. Además, más de la mitad indicó que la desigualdad social inhibiría la atracción y retención de talento clave.

Aunque el tema de ESG ha tomado relevancia en los últimos años, este concepto inició en 2005. Ese año la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e inversionistas institucionales desarrollaron conjuntamente los Principios de Inversión Responsable, que incorporan criterios ambientales, sociales y de gobernanza en los procesos de análisis y toma de decisiones de inversiones.