Las condiciones extremas incluso provocaron la muerte de al menos 50 reses, confirmaron autoridades pecuarias locales. La región no experimentaba tales pérdidas desde hace años, un indicador claro de que tanto la temperatura como la disponibilidad hídrica están alcanzando niveles críticos.

Ante la crisis, el gobierno municipal entregó pacas de maíz y esquimo de forraje, así como agua a través de pipas. Además, se iniciaron 25 bordos abrevaderos para captar agua de lluvia futura y abastecer a los ganados de zonas vulnerables. Estas acciones ofrecen un respiro, pero no son suficientes para revertir la situación.

A pesar del clima adverso, la producción de leche no ha caído de forma acentuada según datos de la Asociación Ganadera, lo que refleja el esfuerzo de los productores por priorizar y sostener la lechería con los animales más productivos. La lechería, clave para el sustento rural, se mantiene resiliente, aunque en riesgo si no llueven con intensidad.