El Gusano Barrenador es notoriamente destructivo. Las larvas de esta mosca se alimentan del tejido vivo del animal (miasis), causando profundas heridas, infecciones secundarias y, en casos graves, la muerte del ganado. Para los productores de leche, la enfermedad no solo implica la pérdida de animales, sino también una drástica reducción en la producción de leche, ya que los animales afectados sufren de dolor, estrés y desnutrición. El control de esta plaga es vital para mantener la productividad de las cuencas lecheras.

La declaratoria de emergencia sanitaria permite la movilización de recursos extraordinarios y la implementación de medidas zoosanitarias estrictas, incluyendo la intensificación de la vigilancia epidemiológica, el tratamiento de heridas en animales de riesgo y la restricción en la movilización de ganado desde las zonas afectadas. Las barreras cuarentenarias son fundamentales para evitar que la infestación se propague a zonas libres de enfermedad, protegiendo así a la ganadería de exportación.

La estrategia de erradicación históricamente ha dependido de la técnica del insecto estéril (TIE). La reactivación de los protocolos TIE y la liberación masiva de machos estériles son pasos esenciales para romper el ciclo reproductivo de la mosca. La colaboración del ganadero es insustituible: la detección temprana y la notificación oportuna de cualquier síntoma en el ganado son la primera línea de defensa para la contención y erradicación exitosa de la plaga.