Descubren que la bacteria responsable de la fermentación del yogur búlgaro tradicional proviene de las hormigas rojas.
Una revelación científica está reescribiendo la historia del milenario yogur búlgaro, un pilar de la industria láctea y la salud intestinal mundialmente reconocido. Investigadores han descubierto que la bacteria clave en su elaboración, la Lactobacillus bulgaricus, no tiene su origen exclusivo en la leche, sino que su fuente inicial podría ser la hormiga roja (Formica rufa). Este hallazgo no es una anécdota, sino un periodismo de datos que obliga a los productores, industriales y analistas de alimentos a repensar el origen de las culturas iniciadoras que definen la calidad y el sabor de los productos lácteos fermentados.
El nexo crucial es el ácido fórmico, una sustancia que las hormigas rojas segregan para defender sus nidos y que, sorprendentemente, ha demostrado ser un ambiente óptimo para el crecimiento de la Lactobacillus bulgaricus. La hipótesis más sólida sugiere que esta bacteria, esencial para la fermentación y la consistencia del yogur, pudo haber pasado de los insectos al entorno lácteo de las granjas a través de la hierba o las manos de los pastores. Este mecanismo de transferencia biológica explica por qué las cepas más robustas y tradicionales de esta bacteria se encontraban históricamente en regiones donde estas hormigas son prevalentes.
Para el sector lácteo internacional, esta investigación tiene implicaciones directas en la bioseguridad y la innovación. El conocimiento preciso del reservorio natural de las bacterias lácticas abre nuevas vías para el aislamiento de cepas más fuertes o con características organolépticas superiores. Esto podría conducir al desarrollo de cultivos iniciadores más resistentes o con mejores propiedades probióticas, diferenciando aún más al yogur búlgaro original en el mercado global de lácteos funcionales.
La revelación de la hormiga como fuente natural del probiótico desmitifica el proceso, pero al mismo tiempo subraya la conexión profunda entre la ganadería tradicional y el ecosistema natural. Las prácticas ancestrales de producción de leche y yogur, que a menudo se realizaban en contacto directo con el entorno, pudieron haber favorecido la inoculación natural de la leche con esta bacteria esencial. Es una lección sobre cómo la biodiversidad del entorno rural es un ingrediente invisible, pero fundamental, en la calidad alimentaria.
En síntesis, el descubrimiento del origen de la Lactobacillus bulgaricus en la hormiga roja es un avance fascinante en la ciencia láctea. Este dato transforma nuestra comprensión del yogur búlgaro y alienta a la agroindustria a explorar el potencial biotecnológico de la biodiversidad para obtener cultivos lácticos más efectivos. Es la prueba de que, incluso en los alimentos tradicionales, la innovación puede nacer de la ciencia biológica más inesperada.
Fuente: Para más detalles sobre la investigación, consulta la nota original en National Geographic.
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