Investigaciones científicas revelan por qué el ganado vacuno se ha convertido en un huésped ideal para el virus H5N1, encendiendo las alarmas de la industria láctea internacional.
La propagación de la influenza aviar altamente patógena (H5N1) en el ganado lechero de Estados Unidos ha forzado a la comunidad científica a investigar por qué los bovinos son tan susceptibles. Estudios recientes han identificado que las vacas poseen receptores de ácido siálico tanto de tipo aviar como humano en sus glándulas mamarias. Esta característica biológica convierte a la ubre en un “recipiente de mezcla” perfecto, donde el virus no solo puede replicarse con facilidad, sino también mutar, lo que representa un desafío sin precedentes para la sanidad animal y la seguridad en la cadena de suministro.
Desde la óptica de la economía láctea, este brote no es solo un problema de salud pública, sino una amenaza a la productividad. La infección en vacas lactantes provoca una caída drástica en la producción de leche y cambios en su consistencia, lo que afecta directamente los ingresos del productor. La transmisión entre granjas parece estar ligada al movimiento de ganado y, potencialmente, al contacto con equipos de ordeño contaminados, lo que exige una revisión exhaustiva de los protocolos de bioseguridad en los establecimientos de todo el mundo para evitar una crisis sistémica.
La preocupación escala al ámbito humano debido a la capacidad del virus para saltar entre especies. Los científicos advierten que si el virus H5N1 se adapta mejor a los receptores humanos mientras circula en el ganado vacuno, el riesgo de una transmisión sostenida de persona a persona aumenta. Este escenario coloca a los trabajadores rurales en la primera línea de exposición, subrayando la importancia de implementar medidas de protección personal y una vigilancia epidemiológica constante en los tambos afectados por el virus.
A pesar de la detección de fragmentos virales en leche comercial, las autoridades sanitarias enfatizan que la pasteurización sigue siendo el método estándar de oro para garantizar la inocuidad. Los procesos térmicos industriales eliminan eficazmente el virus vivo, protegiendo al consumidor final. Sin embargo, para los analistas del sector, el verdadero reto reside en la gestión de la leche cruda y los subproductos, así como en la comunicación transparente para evitar que el miedo infundado castigue el consumo global de lácteos.
En conclusión, la interconectividad entre aves, vacas y humanos ante la gripe aviar exige un enfoque de “Una Sola Salud” (One Health). La industria láctea internacional debe invertir en investigación y monitoreo genómico para entender cómo evoluciona el virus en el entorno bovino. Solo mediante una coordinación global entre veterinarios, industriales y organismos de salud pública se podrá contener la expansión de la gripe aviar y asegurar la resiliencia de la agroindustria lechera frente a esta amenaza biológica emergente.
Fuente: Todo El Campo
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