Desde el ángulo del periodismo de datos, la fortaleza de Querétaro reside en su densidad productiva. Con un inventario que supera las 117,000 vacas lecheras, el estado destaca por tener uno de los niveles de rendimiento por animal más altos del país. Este éxito se debe a una apuesta decidida por la genética Holstein de élite y la implementación de sistemas de ordeña automatizados. Para la comunidad láctea internacional, Querétaro es un caso de estudio sobre cómo la tecnificación permite mantener una oferta constante de materia prima de alta calidad bacteriológica para la industria de derivados.

Sin embargo, el sector no está exento de desafíos estructurales. Los productores queretanos enfrentan una presión constante por el alza en los costos de insumos, especialmente en granos y forrajes, que representan hasta el 70% de los gastos operativos de un tambo. Esta realidad obliga a los ganaderos a una búsqueda incesante de eficiencia metabólica en el hato. La resiliencia de la cuenca depende hoy más que nunca de una integración quirúrgica entre el campo y las plantas procesadoras, asegurando que el valor agregado se quede en la región.

La ubicación estratégica de Querétaro en el centro del país lo convierte en un hub logístico indispensable para el abasto de la Zona Metropolitana del Valle de México. Esta cercanía a los grandes centros de consumo ha fomentado el crecimiento de una industria quesera y de lácteos especializados con proyección exportadora. Para los inversionistas y proveedores de servicios, el estado representa un mercado maduro donde la demanda de tecnologías para el ahorro de agua y energía en las salas de ordeña es una prioridad para garantizar la sostenibilidad a largo plazo.