El impulso detrás de esta proyección reside, en gran medida, en la solidez de la demanda interna y en el manejo del hato ganadero. México, con una población en constante crecimiento, mantiene una alta necesidad de leche y derivados, lo que asegura un mercado base estable para los productores. Además, a pesar de los desafíos climáticos y de costos, los ganaderos mexicanos han logrado mantener e incluso mejorar ligeramente la productividad por vaca, gracias a una mejor gestión nutricional y genética, elementos esenciales para el crecimiento sostenido.

No obstante, las proyecciones de crecimiento de la producción deben ser analizadas junto con la creciente dependencia de las importaciones. El USDA es claro en señalar que, aunque la producción nacional aumenta, la demanda interna sigue superando la oferta, especialmente en ingredientes lácteos clave como la leche en polvo y los quesos industriales. Estados Unidos, como principal socio comercial, se mantiene como el proveedor dominante de estos productos, lo que subraya la conexión estratégica entre ambos mercados y la necesidad de que México acorte su déficit comercial lácteo.

Para la comunidad láctea internacional, la proyección del USDA funciona como un indicador de la salud económica de la ganadería mexicana. Un incremento productivo puede mitigar, aunque no eliminar, la presión inflacionaria sobre los precios al consumidor y ofrece una mayor certidumbre a la industria de procesamiento. El desafío clave para el sector mexicano será mantener el ritmo de inversión en infraestructura y manejo de eficiencia para capitalizar esta proyección y reducir los costos operativos.