Escasez y subida de precios golpean la cadena láctea y la gastronomía yucateca; molinos deben reinventarse o perder identidad.
En Yucatán, el queso de bola, esencial en platillos como marquesitas y queso relleno, ha aumentado su precio de entre 300–350 a 550 pesos por pieza, y en ocasiones hasta 700 pesos, lo que ha puesto contra la pared a comerciantes y restauranteros. Esta subida refleja una crisis de abastecimiento que amenaza la continuidad de recetas tradicionales.
La escasez se atribuye a una combinación de factores: aranceles en la importación desde Estados Unidos, restricciones logísticas, y prácticas monopolísticas por parte de importadores como El Gallo Azul, que reduce inventarios o limita ventas a pequeños compradores.
En mercados clave de Mérida, como Lucas de Gálvez y Chetumalito, los precios por kilo oscilan entre 350 y 550 pesos, dependiendo de la presentación. Ante esto, los marquesiteros han reducido la cantidad de queso por porción, aumentado precios al consumidor o eliminado temporalmente platillos del menú.
Importadores han prometido regularizar el suministro hacia junio, pero comerciantes aún se muestran escépticos, ya que la normalización no ha sido total. Restauranteros como Lourdes Pech comentan que el queso relleno —platillo icónico— ha quedado limitado a fines de semana o con porciones menores.
La crisis no solo impacta el bolsillo del consumidor sino que pone en riesgo la identidad gastronómica de la región y presiona a agricultores, queseros y distribuidores a buscar alternativas: producción local de queso de bola o nuevos proveedores que aseguren precio, calidad y oferta constante.
Fuente: Marcrix Noticias – Ver nota original
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