Descubre por qué el queso debe ocupar un lugar central en la nutrición profesional y cómo elegir el más beneficioso.
El queso destaca en la dieta lechera como un verdadero superalimento: no sólo brinda placer en cada bocado, sino que aporta calcio, proteínas y nutrientes esenciales para la salud bucodental y muscular.
Investigaciones recientes muestran que consumir queso al final de la comida eleva el pH bucal y estimula la saliva, protegiendo los dientes de la caries.
Su alto contenido proteico —de elevada calidad biológica— favorece la ganancia y preservación de masa muscular, genera saciedad y contiene CLA, relacionado con regulación de la grasa corporal.
Lejos de los mitos, consumir queso con moderación no incrementa el riesgo cardiovascular. Al contrario, estudios como los de Advances in Nutrition (2023) demuestran beneficios para el corazón y la función vascular.
Para intolerantes a la lactosa, los quesos duros (parmesano, gouda, cheddar, feta) son mejor tolerados que los frescos (panela, ricotta, mascarpone), que mantienen niveles altos de lactosa. Además, su sabor placentero se asocia a la liberación de caseomorfinas en el cerebro. Se recomienda siempre elegir queso con denominación auténtica, sin grasas vegetales añadidas.
Fuente: El Siglo de Torreón – Queso: el invitado de honor
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