Con plantas propias y control de la cadena, la minorista logra precios bajos en leche, aunque productores advierten riesgos para el sector.
En Estados Unidos, la leche es un termómetro de la economía por su consumo masivo. Pese al alza generalizada en alimentos, Walmart ha conseguido mantener precios más bajos y estables, atrayendo a millones de consumidores. La clave está en una estrategia de integración vertical que cambia las reglas del juego.
Desde 2018, la compañía procesa su propia leche en plantas propias, eliminando intermediarios y asegurando márgenes más ajustados. La primera instalación abrió en Indiana, a la que se sumaron una planta en Georgia en 2025 y una próxima en Texas para 2026. Este modelo permite vender bajo sus marcas Great Value y Member’s Mark, reforzando su posicionamiento.
El impacto trasciende lo comercial: al ser la minorista más grande del país, Walmart negocia precios más competitivos con proveedores y concentra un volumen de ventas que sostiene su política de precios bajos. Así, consolida su rol de referencia en un producto esencial para la dieta diaria.
Sin embargo, no todo son beneficios. Expertos advierten que esta estructura fortalece a las grandes lecherías proveedoras, dejando en situación vulnerable a los pequeños productores, que enfrentan dificultades para competir en costos y volúmenes. La concentración podría agravar la brecha en la cadena de valor láctea.
Mientras tanto, para millones de familias estadounidenses, Walmart sigue siendo sinónimo de leche accesible, incluso en tiempos de inflación y aumento de costos de producción y transporte. La estrategia de integración vertical redefine no solo el mercado, sino también la relación de poder entre industria y productores.
Fuente: El Diario NY
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