La urgencia tras un huracán o desastre natural exige una respuesta inmediata, siendo el agua segura uno de los bienes más escasos. En este contexto, la red de distribución de Liconsa, que ya tiene una penetración profunda en zonas rurales y marginadas para la entrega de leche líquida y en polvo, se ha reconfigurado para priorizar la entrega de agua purificada. Para los analistas de gestión de crisis y el sector agroindustrial, esta adaptabilidad en la cadena de suministro de una empresa láctea estatal es un activo invaluable en la estrategia de protección civil.

Más allá del agua potable, la movilización del programa asegura que el suministro de lácteos –una fuente vital de proteína y calcio– no se interrumpa en un momento de gran vulnerabilidad nutricional. Los productos lácteos de Liconsa, especialmente la leche en polvo, son particularmente útiles en situaciones de emergencia por su larga vida útil y su facilidad de almacenamiento y distribución, garantizando que los niños y ancianos sigan recibiendo apoyo dietético a pesar del colapso de la infraestructura local.

La operación de ayuda post-huracán destaca la doble función del programa Leche para el Bienestar: no solo es un estabilizador del mercado lácteo y un soporte para los productores lecheros (al garantizar la compra de leche cruda), sino también una herramienta de cohesión social y respuesta a emergencias. El periodismo de datos sobre el impacto de desastres suele mostrar que los programas de alimentos con capacidad logística propia son los más efectivos en las primeras horas de una crisis.