Wisconsin detecta H5N1 en ganado lechero. Crece la presión para desarrollar una vacuna ante el avance de la influenza aviar en la industria láctea.
Nueva variante de gripe aviar H5N1 que se encuentra en el trabajador lechero de Nevada, ya que los nuevos datos muestran cambios en el virus

La confirmación de gripe aviar en ganado bovino de Wisconsin acelera la urgencia por desarrollar vacunas y refuerza los controles en la industria láctea de EE. UU.

La expansión de la influenza aviar altamente patógena (IAAP) ha sumado un nuevo capítulo preocupante con la detección confirmada del virus en un rebaño lechero de Wisconsin. Este hallazgo, validado por los Laboratorios de los Servicios Nacionales de Veterinaria, sitúa a uno de los estados con mayor tradición láctea de Estados Unidos bajo vigilancia intensiva. El avance del patógeno subraya que la transmisión ya no es un evento aislado, sino una amenaza persistente que desafía los protocolos de bioseguridad establecidos y pone en vilo la estabilidad productiva de la región.

Ante la creciente cifra de hatos afectados, la presión política y sectorial para el desarrollo de una vacuna eficaz ha alcanzado niveles máximos. Grupos de productores y autoridades sanitarias coinciden en que la bioseguridad física ya no es suficiente para contener el avance del H5N1 en entornos bovinos. Actualmente, se evalúa la viabilidad de diversas plataformas biotecnológicas para inmunizar al ganado, una medida que, aunque compleja por las barreras comerciales que podría generar, se perfila como la única solución estructural para proteger la sanidad animal y la continuidad del suministro.

Desde la perspectiva del periodismo de datos y la economía láctea, este brote impacta directamente en los flujos comerciales. Las restricciones al movimiento de ganado lactante, impuestas por el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA), buscan frenar la diseminación, pero también incrementan los costos logísticos y operativos de los establecimientos. Para los analistas, el desafío reside en equilibrar la contención del virus con el mantenimiento de la dinámica de mercado, evitando que el pánico sanitario se traduzca en una caída del consumo o en el cierre de fronteras para los derivados lácteos.

En términos de salud pública, la vigilancia se ha redoblado sobre los trabajadores de los tambos. Aunque el riesgo para la población general sigue considerándose bajo, la detección de casos en humanos vinculados al contacto con ganado infectado ha encendido las alarmas sobre la transmisión zoonótica. La industria procesadora, por su parte, mantiene un mensaje de tranquilidad basado en la eficacia de la pasteurización, proceso térmico que inactiva el virus y garantiza la seguridad de la leche comercializada, un dato clave para sostener la confianza del consumidor final.

En conclusión, la crisis en Wisconsin reafirma que la lechería internacional se encuentra ante un cambio de paradigma sanitario. La integración de la vigilancia genómica y el desarrollo acelerado de biológicos son ahora prioridades de seguridad nacional. Para los profesionales del sector, este escenario exige una coordinación sin precedentes entre la industria avícola y la láctea, entendiendo que la salud del ecosistema agroindustrial es interdependiente y que la resiliencia del sector dependerá de la rapidez con la que se logre una estrategia de inmunización coordinada.

Fuente: El Sitio Avícola

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