Diversos factores contribuyen a esta contracción del hato bovino. Entre ellos, se destacan las prolongadas sequías en regiones clave de producción ganadera, que encarecen el alimento para el ganado y fuerzan a los productores a reducir sus rebaños. Los altos costos de los insumos y la fluctuación en los precios de la leche cruda y la carne también juegan un papel importante, afectando la rentabilidad de las granjas lecheras y de carne.

Para el sector lácteo, esta disminución en el hato bovino total es una señal de alerta. Aunque el enfoque de la nota sea general, una reducción en el ganado destinado a carne puede ejercer presión sobre los recursos y la infraestructura que también sustentan la producción de leche. Además, la competencia por los animales de reemplazo podría aumentar, elevando los costos para los productores de leche.

Las implicaciones de este mínimo histórico son amplias. A corto plazo, podría traducirse en precios más altos para los consumidores de carne y, potencialmente, de productos lácteos, debido a una menor oferta. A largo plazo, si la tendencia persiste, Estados Unidos podría depender más de las importaciones, alterando el equilibrio del mercado internacional de lácteos y carnes. Es un escenario que los analistas del sector seguirán muy de cerca.