Los productores agropecuarios se encuentran en una carrera contra el tiempo, enfrentando desafíos como el cambio climático, la fluctuación de precios de insumos y la competencia en el mercado. En este contexto, la tardanza en la entrega de subsidios, la aprobación de proyectos o el acceso a capacitación puede significar la pérdida de cosechas, la inviabilidad de las granjas o la reducción de la producción. Es una situación que merma la moral del campo y su capacidad de reacción.

La burocracia excesiva y la falta de agilidad en los procesos administrativos no solo frustran a los productores, sino que también impactan negativamente en la economía rural. Un campo debilitado por la falta de apoyo oportuno se traduce en menor empleo, menor inversión y una menor contribución al Producto Interno Bruto (PIB). Esto afecta la seguridad alimentaria del país, ya que la producción de alimentos se resiente.

Para la industria láctea, en particular, la funcionalidad de una Secretaría del Campo eficiente es vital. Los productores de leche necesitan accesos rápidos a programas de mejora genética, sanidad animal o infraestructura. Cualquier dilación en estos apoyos repercute en la calidad de la leche, los volúmenes de producción lechera y, en última instancia, en la estabilidad del suministro de lácteos para las procesadoras y los consumidores.