De forma sorprendente, una epidemia de gripe aviar por el virus influenza A(H5N1), iniciada en 2020, afectó a vacas lecheras de varios estados de EEUU en marzo de 2024.
El virus de la gripe aviar H5N1 y el ganado vacuno lechero
Micrografía electrónica de transmisión coloreada de partículas del virus H5N1 de la gripe aviar. Foto: NIAID (Wikimedia Commons / CC BY 2.0).

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De forma sorprendente, una epidemia de gripe aviar por el virus influenza A(H5N1), iniciada en 2020, afectó a vacas lecheras de varios estados de EEUU en marzo de 2024. Es la primera vez que esto sucede. Ha habido al menos cuatro casos de infecciones leves (habitualmente conjuntivitis) en personas en contacto con vacas infectadas.

Un cambio genético del virus A(H5N1) circulante, que es del subgrupo 2.3.4.4b, ha facilitado su adaptación a los mamíferos. El H5N1 está en la lista de virus potencialmente emergentes desde hace 20 años. Ha causado unos 900 casos humanos en 23 países, con una letalidad del 50%. La frecuencia y la gravedad de la enfermedad en humanos se han reducido en los últimos años.

En EEUU hay unos 9,5 millones de vacas lecheras. La epidemia se inició probablemente tras un único salto de especie (spillover) varios meses antes de ser detectada. Es probable que las vacas se contagiaran por beber agua o comer hierba contaminada con virus H5N1 procedente de aves infectadas.

El control necesario para evitar que el virus H5N1 se establezca definitivamente en el ganado vacuno y para prevenir una pandemia humana debe realizarse lo antes posible.

Las vacas infectadas no enferman gravemente, pero comen menos y producen menos leche, que es más espesa y tiene color amarillento. Los animales infectados excretan virus durante dos o tres semanas y pueden no tener síntomas, lo que complica su identificación. La glándula mamaria parece ser el órgano donde el virus es capaz de multiplicarse de forma más rápida y eficaz, y la leche de las vacas infectadas contiene grandes cantidades de H5N1. Es muy probable que la infección se produzca al entrar en contacto con la leche contaminada que se acumula en las máquinas de ordeñar, en las que entran y salen sucesivamente. También es probable que el virus se propague entre rebaños por la movilidad de vacas infectadas, por los camiones que transportan animales y suministros de una granja a otra e incluso por la ropa de las personas que trabajan en más de una granja.

Datos iniciales indicaban que una de cada cinco muestras de leche comercializada en EEUU era positiva (prueba PCR) para el virus H5N1. Esta prueba detecta el material genético del virus, pero no supone una evidencia al respecto de la viabilidad o infectividad del virus. La agencia estadounidense de alimentos y medicamentos (FDA) determinó que la leche debidamente tratada (pasteurizada) es segura para el consumo humano. El riesgo para el público en general es bajo, salvo que se consuma leche cruda.

Resulta difícil evaluar el potencial de la gripe aviar H5N1 para provocar una pandemia en seres humanos. Desde 2022, más de 50 millones de aves en EEUU y un número similar en la UE han muerto por esta enfermedad o han sido sacrificadas para evitar su expansión. Las cepas ancestrales, que son distintas versiones de la actual H5N1, circulan entre las aves desde hace más de 25 años y no han adquirido la capacidad de transmitirse eficazmente a los seres humanos, por lo que el riesgo se ha considerado “bajo”. La evaluación de riesgo de pandemia relacionada con el H5N1 en el ganado lechero se sitúa ahora en nivel “moderado”.

La extensión de esta epidemia podría tener consecuencias para la salud pública. Los brotes actuales amenazan la seguridad de la cadena alimentaria y proporcionan más oportunidades al virus para infectar al personal de las granjas.

El virus, considerado al principio una amenaza sólo para el ganado aviar, ha saltado de aves a mamíferos (casi 40 especies distintas). El riesgo derivado de un posible salto a los cerdos es muy relevante. Los cerdos facilitan el intercambio de material genético entre virus aviares y virus humanos. Si el virus H5N1 se transmite entre distintos mamíferos, aumenta el riesgo de infección en seres humanos.

Los datos de los que disponemos son aún insuficientes para evaluar la verdadera magnitud y extensión de esta epidemia en vacas lecheras de EEUU. No se han realizado pruebas masivas (PCR y determinación de anticuerpos frente al virus H5N1) ni al ganado ni a los trabajadores de las granjas afectadas. Se ha detectado material genético del virus en aguas residuales, un método de vigilancia útil, aunque no permita todavía identificar la cepa H5N1 con seguridad. Toda la información epidemiológica es importante y necesaria para orientar cualquier posible respuesta.

Aun en el caso de que se produjese una pandemia humana de gripe aviar H5N1, disponemos de distintas intervenciones, imperfectas pero útiles, para hacerle frente. Hay dos candidatos de vacunas humanas frente a este virus. También podrían desarrollarse rápidamente vacunas basadas en la tecnología mRNA, empleada en las vacunas frente al COVID. Sin embargo, quedan preguntas pendientes sobre si vacunar a las vacas sería una forma efectiva de detener la propagación del virus en el ganado en primer lugar. El oseltamivir (Tamiflú), un fármaco antiviral, es efectivo frente al H5N1, y la cepa aislada en esta epidemia no muestra resistencia a este medicamento. Algunas medidas no farmacológicas, como las mascarillas, también serían de ayuda para reducir el riesgo de contagio.

El control necesario para evitar que el virus H5N1 se establezca definitivamente en el ganado vacuno y para prevenir una pandemia humana debe realizarse lo antes posible. La estrategia “Una sola salud” (One Health) es fundamental. La prevención de cualquier crisis sanitaria futura consiste en tratar de resolver el problema básico ahora.

La situación irá cambiando. Se recibe nueva información científica a diario y no debemos asumir que lo sabemos todo al respecto de lo que este virus puede hacer en realidad. La ciencia cambia, y cuando las evidencias científicas cambian, también pueden hacerlo las evaluaciones y los escenarios considerados.

Hay que esperar lo mejor, pero considerar siempre la posibilidad que las cosas vayan a peor. Que el virus H5N1 acabe transmitiéndose sin control entre el ganado lechero y/o que se transmita fácilmente a los seres humanos causando una enfermedad grave y/o que se pueda convertir en un virus pandémico es una posibilidad real, aunque ahora parezca muy poco probable.

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